(Zaragoza, ¿? – Enate, El Grado, Huesca, 315). Eclesiástico, mártir y santo. Según su biógrafo, el poeta romano Prudencio, era miembro de la familia consular de los Valerio. Elegido obispo de Zaragoza, debido a su tartamudez, encomendó a su discípulo Vicente la predicación por la diócesis. Su fama llegó a oídos del emperador Diocleciano (284-305), quien decidió apresar a ambos y conducirlos hasta Valencia, donde permanecieron encarcelados durante algún tiempo y se les infligieron todo tipo de tormentos, antes de que Daciano los condenase al destierrro. Retirado en el pueblo de Enate, en la comarca del Somontano, permaneció allí el resto de sus días entregado a la oración y a la penitencia, en un templo que edificó en memoria de su diácono Vicente. No hay acuerdo entre los historiadores sobre el destino de su cuerpo tras su muerte; sin embargo, hay noticias de que fue enterrado en Estada. Según esta versión, sus restos se habrían localizado en una villa romana...